Yo odio a Gallardo

Con la reanudación de la Copa Libertadores cada vez más cerca, removí en mis recuerdos y decidí retomar un texto que tenía abandonado por ahí. Sé que el título puede impactar, sé que mis sentimientos se volcaron luego de una nueva eliminación a Boca (ya no recuerdo cuál). Sé que soy contradictorio en mis sentimientos, pero déjeme explicarle por qué odio a Gallardo.

La Copa Libertadores fue siempre una obsesión para todos los hinchas, y lo seguirá siendo. Particularmente para el hincha de River, más. Tuvimos enormes equipos que no pudieron alzarla. Y hasta la llegada de Gallardo, los partidos de copa los sufría pero en el fondo una parte de mí sabía que esa copa no se ganaba. Por ende no me ponía tan nervioso. Pero desde que el Muñeco está en el banco, siempre tengo la sensación de que la vamos a levantar. Y eso me hace sufrir como nunca antes. Por eso, también puedo decir que lo odio. Me genera ilusiones, me hace sufrir como nunca antes, me da esa sensación de que vamos a ser victoriosos que me da ansiedad inexplicable antes de cada partido.

Y perdone, si hasta acá sigue leyendo, pero tengo muchas más razones para odiarlo. Nos hace ganar cualquier discusión con un hincha de Boca, porque ya no hay argumento que les sirva. Y lo odio porque temo que en algún momento se termine. No quiero dejar esta sensación nunca. Porque los bosteros están reducidos a un grupo que se queja y ve conspiraciones por todos lados porque no saben cómo hacer para bajar a River.

¿Por qué odio a Gallardo?

Lo odio porque nos creó una identidad y una mística para los partidos de copa que antes no teníamos. ¿Y cómo hacemos para sostener esto para siempre? ¿Cómo podemos hacer para que siga este camino que es el que River siempre tuvo que tener? Porque River es gigante desde siempre, no nació en 2014 como algunos creen. Pero si hay una pata que faltaba en el más grande, un ladrillito en esa construcción enorme y lo puso Gallardo. Entonces no puedo soportar la idea de que esto no sea para siempre, por eso lo odio.

Cuando las cosas parecen que van a salir mal, y uno ya se resignó y pierde esos nervios previos a un partido, este tipo va, declara y nos vuelve a meter ese chip de estar en competencia, de creer que se puede. Y otra vez sufro el partido como nunca antes. Porque sé que estando él es posible. Nos pasó con Cruzeiro cuando todo parecía perdido, con Wilstermann cuando nos hablaba que era posible darlo vuelta. O con su famoso “Que la gente crea” antes de jugar con Gremio.

Y, mientras repaso cada palabra, me doy cuenta de lo lógico. No lo odio. Lo amo. Como todos lo hacemos. Porque nos hizo cerrar todas las heridas que podíamos tener. Pero hay una cosa que sí odio: algún día se va a ir y no estoy preparado para eso.