MÁS GRANDE QUE UNA TRIBUNA

Se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Enrique Omar Sívori, el astro Millonario

Los más grandes 02/10/2020 Redacción

Se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Enrique Omar Sívori, el astro Millonario cumpliría 85 años.

MÁS GRANDE QUE UNA TRIBUNA
Sívori con el manto sagrado

Sin darnos cuenta está en boca de todos. Es un nombre frecuente en cada diálogo entre hinchas de River y casi sin darnos cuenta él siempre está ahí. "Vamos a la Sívori", solemos repetir domingo tras domingo camino al Monumental y cumpliendo con ese rito sagrado cuando vamos a ver a River. 

Aunque hay algo que es real, y es que muchos de los hinchas que lo mencionamos no lo vimos jugar por una simple razón: la edad. Enrique Omar Sívori nació el 2 de octubre de 1935 y jugó en River entre 1954 y 1957. Fue un excelente jugador desde joven. Su talento era evidente y aportó delicias al River Tricampeón 1955/56/57. Tenía una zurda indomable, y aunque era bastante retacón se calentaba de lo lindo cuando le pegaban alguna que otra vez. Su habilidad la había adquirido en el potrero del club Teatro Municipal de San Nicolás.

Dicen que nada de lo que le sucedió es casualidad, y eso le pasó al “Cabezón” ya que, luego del Sudamericano de Lima, fue transferido a la Juventus en una cifra récord para el fútbol mundial. De hecho, ese pase tardó al menos cuatro temporadas en ser superado. El club italiano le pagó diez millones de pesos River y con ese dinero, más la suma de la transferencia de Peucelle, consiguió terminar la construcción de la tribuna Norte, que da al del Río de la Plata. 

Sivori, fundamental para el primer tricampeonato millonario.

Deslumbró al Millonario desde que llegó a las inferiores y con el tiempo debutó en Primera división del club. De hecho, su presentación fue un hito ya que, había ingresado en reemplazo de uno de los máximos referentes de la historia del club, Ángel Labruna. Ese partido La Banda jugaba ante Lanús y el “chiquín”, apodo que se había ganado en su niñez, convirtió el quinto tanto de una goleada para el aplauso. No se habló mucho de él en aquel abril de 1954, y era lógico ya que, Walter Gómez había hecho cuatro goles esa tarde.

Su recorrido por Núñez fue puro deleite, incluso más allá de las estadísticas que eran: 63 partidos, 28 goles y tres títulos. Era la gambeta al servicio de la estética y del equipo, era el desenfado por vocación, era la audacia como recurso frecuente.

"De chiquitito ya era una atracción. Todos venían a ver cómo tocaba la pelota. Un verdadero fenómeno", contó en alguna oportunidad Ángel Massimo, presidente del Club Teatro Municipal de San Nicolás.

Se dice que desde pibe se enojaba cuando perdía la pelota, que le gustaba llevarla atada a su botín, cosa que conseguía con regularidad. Fue una de las grandes estrellas de los años 50 y 60. Con la perspectiva del tiempo, con Diego convertido en San Diego de Nápoles, la revista Guerrin Sportivo lo mencionó a Sívori como "El Maradona de los 60". Alfredo Di Stéfano, otro de los cracks sin tiempo, dijo alguna vez algo sobre El Cabezón "Era fantástico; lo tenía todo".

También, alguna vez el periodista Héctor Hugo Cardozo describió a modo de homenaje con la destreza de su pluma en la silla de la redacción de Clarín: "Fue allá lejos en el tiempo. Quizás muy lejos, pero qué importa. Ese tiempo en el que las escenas gratas o ingratas se transforman en tesoros inviolables para la memoria. En el que cada recuerdo queda para siempre. Y desde allá a lo lejos Enrique Omar Sívori forma parte de nuestra historia: la que se fue armando episodio por episodios, con todas las venturas y desventuras de la vida misma. En ese andar por los años primeros, cuando la pelota (de trapo o de goma sobre la tierra o el empedrado) era el juguete privilegiado, Sívori fue el modelo a copiar. Un sueño de pibe. El crack cuando abundaban los cracks. El que la pisaba mejor, el que gambeteaba mejor, el que dormía la número 5 amarilla en su empeine zurdo, el que amagaba y los rivales se caían como muñecos de pies redondos. Por eso cada jugada se transformaba en un manual completo del jugador ideal. Por picardía, por ingenio, por destreza, por talento, por los goles. Y se agigantaba la figura del Cabezón en cada fantasía que contaban los diarios y en cada relato de Fioravanti". Esa fascinación generaba el distinto que parecía levitar por el campo de juego.

De hecho, hasta la propia FIFA marcó la importancia del jugador y ubicó a Sívori en su listado de los 50 mejores jugadores del Siglo XX. Lo incluyeron en su Salón de la Fama como "El mago de las medias bajas".

Se puede decir que Sívori fue un auténtico Carasucia. Y es algo que cuenta la historia que él protagonizó. Sabemos que hay equipos que exceden sus propias conquistas y que existen más allá de su máximo logro, los Carasucias del Sudamericano de Lima, en 1957, fueron el ejemplo paradigmático del juego ya que, solo habían jugado juntos apenas 6 partidos oficiales, pero nadie los olvidará nunca. En abril de aquel año, Argentina se consagró campeón al golear 3-0 a Brasil, con una actuación para guardar en los museos del buen juego.

El quinteto legendario de Lima 57: Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori y Cruz.

Desde entonces, aquella delantera de Oreste Corbatta, Humberto Maschio. Antonio Angelillo, Sívori y Osvaldo Cruz pasaron a forma parte de la mitología del fútbol argentino. Era un fútbol sin misterios y con brillos. Así lo contó Humberto Maschio: "Don Stábile no nos pedía nada raro. Era tranquilo para dar indicaciones. Y si tenía algo para decirte, se te acercaba y te hablaba al oído. A mí, por ejemplo, me pedía que me desmarcara siempre. Pero nos daba libertades para jugar". Sin embargo, para Sívori aquel fue el contexto ideal, de hecho, sería su trampolín para embarcar al fútbol de europeo, tras ser elegido el mejor jugador de la competición.

Video: fenomenalmessi

Omar Sívori resultó ser pura gloria en su paso por la Juventus donde jugó ocho temporadas, ganando tres Scudettos, dos Copas de Italia, Capocannoniere en 1960, Balón de Oro en 1961. Se convirtió en un futbolista adorado. Desde entonces y para siempre. Ya nacionalizado, prestó su talento a esa Italia que ya lo había adoptado como propio. Luego, en Nápoles, convirtiéndose en el superhéroe antes que Maradona. Llevó al equipo del Sur a pelear por el Scudetto por primera vez en su historia de postergaciones. Durante tres temporadas consecutivas, los celestes estuvieron entre los cuatro primeros. Y Sívori se ganó la ovación perpetua.

Luego, volvió de grande y tuvo un breve e irregular paso como técnico en Núñez. Y entre 1972 y 1973 condujo a la Selección Argentina, a la que logró clasificar al Mundial de Alemania 1974.  Pero, lo mejor ya lo había dejado en la cancha.

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Foto: El Gráfico

Sívori falleció el 17 de febrero del 2005 en San Nicolás de los Arroyos, su ciudad natal. Y no solo lo lamentaron los hinchas de River, sino que además Turín y Nápoles lo lloraron y lo recordaron.

"Con Omar Sívori desaparece un artista del fútbol, un gran intérprete que transmitió su pasión a miles de tifosi. Permanecerá en las memorias la imagen de un futbolista atípico, con las medias siempre bajas, su gusto por la gambeta, su búsqueda del espectáculo anteponiéndolo incluso al resultado", expresó Franco Carraro, entonces presidente de la Federación Italiana.

Gianni Rivera, contemporáneo de Sívori y rival con la camiseta del Milan, señaló: "Incluso para un adversario, era un placer verlo jugar... Pensaba antes que todos y así resultaba casi imposible quitarle el balón. Fue uno de los grandes". Giampiero Bonipeti, compañero en sus tiempos de la Vecchia Signora, contó: "Era un encanto: el toque del balón, el dribbling y el túnel extraordinario y maldito que hacía enloquecer a sus adversarios. Sívori tenía una clase excepcional. Jugar con él era una maravilla".

Desde el año 2005 una de las tribunas del Estadio Antonio Vespucio Liberti lleva su nombre para homenajear a ese jugador distinto, que solía juagar con las medias bajas y con el pelo enmarañado.

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