EL MARISCAL DE SARANDÍ

Personalidad, sacrificio y humildad, digna del Millonario.[Hoy en "Los

Los más grandes 01/11/2020 Redacción

Personalidad, sacrificio y humildad, digna del Millonario. Hoy en "Los más grandes" recordamos a Roberto Perfumo.

EL MARISCAL DE SARANDÍ

“Cuando era pibe, ser futbolista significaba todo porque era lo único que quería ser. Lo único que me interesaba. Lo único en lo que pensaba. Además, era lo único a lo que se jugaba en un barrio lleno de potreros, donde apenas alcanzaba la guita para morfar, sin televisión, sin luz eléctrica, sin asfalto, en épocas en que los juguetes los hacíamos nosotros”, escribió Roberto Perfumo en su libro "Jugar al Fútbol", donde describió perfectamente todo sobre su gran pasión: la pelota.

Un central fino, temperamental, aguerrido, que por su seguridad y su personalidad sabía transmitir una enorme tranquilidad a sus compañeros. Para los que tuvieron la suerte de verlo jugar, uno de los mejores marcadores centrales que tuvo el fútbol argentino.

Ídolo en Racing, donde ganó la Copa Libertadores y la Intercontinental en 1967, en la Selección Argentina, camiseta con la cual disputó 37 partidos y dos Mundiales (1966 y 1974) y en River, en aquel equipo que formó el gran Ángel Labruna y cortó una sequía de 18 años sin títulos.

Admirado y querido por próceres del Millonario, como el Pato Fillol y el Beto Alonso, que además compartieron equipo con Perfumo en ese River del ´75. Fue una de las piezas fundamentales de ese plantel, dueño de una campaña histórica; Fillol, Alonso, Perfumo, Pinino Mas, entre otros cracks, le dieron el gusto a Labruna y a todos los hinchas del Más Grande de volver a gritar campeón.  

Perfumo, además de ser un gran zaguero central, era un caballero. Un señor, correcto, amable, cordial y simpático. Lleno de anécdotas, todas vinculadas al fútbol. "Yo tenía una consigna: si pasaba la pelota, no pasaba el jugador. Los dos no pasaban", casi como una ley lo repetía.

Le decían el Mariscal. Se ganó el calificativo cuando cada partido era una batalla. Ganó miles, perdió algunas. Siempre con la cabeza alta. Le dio al fútbol toda su riqueza técnica, también su inteligencia. Un número dos excepcional, nacido en Sarandí.

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