Gallardo, el sentido de pertenencia y una obra que trasciende los resultados

El Muñeco no solo puso a River en la cima del continente durante los últimos años, sino que

Editoriales 25/01/2022 Germán Balcarce Germán Balcarce

El Muñeco no solo puso a River en la cima del continente durante los últimos años, sino que también logró inculcarles el valor de la camiseta a sus dirigidos.

Marcelo Gallardo es un ícono de River. No conoce otra camiseta en el país. A excepción de las mudanzas obligadas eventualmente para el equipo, no sabe lo que es cambiarse con frecuencia en el vestuario local de otro club argentino. La mitad de sus 46 años estuvo ligada de una u otra forma a la institución de Núñez, ya sea como un chico en las Divisiones Inferiores, un joven lleno de ilusiones en el plantel profesional, el experimentado líder multicampeón del vestuario o nada menos que el director técnico más ganador en la historia de El Más Grande.

Nació para potenciar la historia de River tanto dentro como fuera de la cancha, pero sus éxitos exceden el plano netamente deportivo. Va mucho más allá de los resultados. Recuperó el tan dañado ADN riverplatense luego de consolidar la base ganadora que dejó Ramón Díaz, le aportó la cuota indispensable de carácter al equipo para ser protagonista a nivel internacional, la vieja cuenta pendiente del club, y supo transmitir una riqueza tácita pero fundamental como el sentido de pertenencia.

Lejos de pregonar el sentido de pertenencia únicamente cuando desea retener un jugador, el Muñeco actúa con el ejemplo. Emplea un discurso convincente. Una prueba inmediata es el argumento que dio al anunciar su continuidad por al menos un año más: “Elijo seguir intentando, potenciando jugadores, conformando planteles competitivos, generando una identidad en el juego, un sentido de pertenencia. Por todo eso elijo seguir estando y después porque claramente hay una cuestión que ver con que me siento feliz".

La felicidad de Gallardo en River es absoluta. Está cómodo, siente motivación y sabe que en ningún otro sitio estará tan orgulloso de trabajar. Y esa forma de transitar su ciclo sirve para entender una parte del constante éxito. En más de una ocasión frenó la partida de los jóvenes del surgidos del semillero para aconsejarlos sobre un destino más adecuado. También supo hacerlo para repatriar a futbolistas como Juan Fernando Quintero, autor del gol más importante de la historia del club. Es que el sentido de pertenencia excede largamente el hecho de haberse formado en las entrañas de Figueroa Alcorta 7597: el colombiano es un claro ejemplo al mover cielo y tierra para regresar al lugar donde alcanzó la mayor satisfacción de su carrera.

Con Gallardo al mando del plantel volvieron Pablo Aimar, Lucho González, Javier Saviola, Nicolás Domingo, Andrés D'Alessandro, Ariel Rojas, Germán Lux, David Martínez, Jonatan Maidana, Emanuel Mammana, Leandro González Pirez y, recientemente, Quintero. Es cierto que muchos de ellos regresaron cuando ya estaban en la curva descendente de sus trayectorias, pero también hay que marcar el caso de David Martínez. Cuando el marcador central tenía una propuesta muy tentadora para irse al Atlanta United, decidió mudarse de Florencio Varela a Núñez. Y hace unas semanas rechazó una oferta de Palmeiras para darle prioridad a seguir vistiendo la banda roja.

Aunque no es un dato menor la importancia que tiene el rol preponderante del River de Gallardo en cada certamen a la hora de comprender por qué muchos jugadores eligen al club antes de otros ofrecimientos suculentos, también es ineludible resaltar que el DT supo poner al equipo en el lugar que merece, contribuyó al devolverle el peso acorde a su envidiable historia. Su obra trasciende los resultados. Cada vez que Gallardo habla públicamente del club lo pone a la altura de cualquier gigante mundial. En más de una ocasión, les marcó la cancha de manera sutil a sus futbolistas cuando trascendía una propuesta del exterior.

Por supuesto que muchas personas pensarán que Gallardo solamente defiende sus intereses al querer sostener un plantel competitivo en cada mercado de pases, motivo más que razonable para expresarse en determinados momentos, pero la realidad es que propio técnico es consecuente con sus palabras. Lo quiso la Selección de Uruguay y rechazó esa oferta jugosa tanto en lo económico como en lo deportivo al tener la chance de disputar una Copa del Mundo. También le dijo que no al Barcelona, devaluado en los últimos años, pero hasta ese momento con Lionel Messi en el equipo y con un asiento en la mesa grande del fútbol europeo. Sin embargo, Gallardo elige seguir estando, elige River más allá de cualquier reto.

"Siempre es difícil tener que salir de algo que te genera demasiado sentido de pertenencia", me respondió hace un mes en conferencia de prensa, cuando le pregunté por qué priorizaba su estadía en River por encima de otros desafíos. En esa reflexión está la clave para entender que River es su manera de ser feliz.

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