Entre la frustración y la preocupación

El título del eterno rival como consecuencia del triunfo de River, la salida de Gallardo y la

Editoriales 25/10/2022 Germán Balcarce Germán Balcarce

El título del eterno rival como consecuencia del triunfo de River, la salida de Gallardo y la grieta que se construyó a raíz de lo ocurrido el domingo no solo representan un motivo de tristeza, sino también una situación alarmante de cara al futuro inmediato.

Desalineado. Así quedó nuestro querido Mundo River. Hay una grieta insoportable, incómoda. Es preocupante de cara al futuro inmediato. Porque si no estamos unidos, nos devoran los de afuera. El club sufrió mucho cada vez que la cohesión brilló por su ausencia. De ninguna manera es sano el nivel de agresión interna luego de atravesar un escenario propio de la ficción que inevitablemente provocó opiniones divididas al punto de alimentar un alto nivel de intolerancia entre los propios hinchas de El Más Grande.

Independientemente de cada punto de vista, existe un lugar en común: ningún hincha de River en su sano juicio futbolístico quería atravesar la situación del domingo pasado. Nadie quería llegar al límite de tener que experimentar sentimientos encontrados entre alentar a sus queridos colores al mismo tiempo que podía beneficiar a Boca. Fue un momento de máxima bipolaridad a nivel de pasión. Porque la tentación de arrebatarle el título al eterno rival era lógica, pero eso implicaba ir contra el manto sagrado, contra la posibilidad de sumar tres puntos que tantas veces suplicábamos en épocas duras o en circunstancias donde una victoria nos podía otorgar una nueva vuelta olímpica.

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Desde este espacio me permito escribir en primera persona para decir que no me animo a cuestionar a nadie porque cada postura tenía sus razones válidas. Cada deseo personal era genuino. Yo mismo tuve sensaciones que confrontaron. No quería saber nada con la idea de que River fuera menos, pero tampoco quería ver la fiesta rival. Le sigo dando vueltas al asunto. Por momentos tengo un pensamiento y, por momentos, otro. Pero me quedo con una frase de Marcelo Gallardo luego del triunfo de River, dispuesto a dejar un breve, pero contundente mensaje tras el 2-1 sobre Racing: "No teníamos nada en juego, pero teníamos que resguardar nuestra integridad, nuestra dignidad y nuestros valores. De lo demás no se vuelve". Esa última reflexión es la que me hizo reflexionar en profundidad y me obligó a plantear diferentes interrogantes.

¿Valía la pena que River fuera a menos sabiendo que Boca podía ganar y que eso inevitablemente sería motivo de crítica, burlas y mucho más? ¿Queremos cambiar ojo por ojo y nivelar para abajo? ¿Por qué resignar parte de la enorme grandeza a cambio de darle una enorme frustración al rival de siempre después de haber logrado hace casi cuatro años que la mayor satisfacción nuestra al mismo tiempo que se producía la peor pesadilla de Boca? Por supuesto que no se puede vivir siempre de Madrid, aunque tampoco se puede dejar de lado semejante hazaña sin precedentes a la hora de evaluar cada situación adversa o incómoda que se nos presente.

No estoy cuestionando a quienes desearon que el penal de Jonathan Galván terminara en gol. Soy sincero, no me ofendía para nada que fuera gol y estropeara la felicidad en la Bombonera. Sería mentiroso si no lo admitiera. Y prefiero escribir con la verdad. Pero también sentí que era injusto ir contra mis sentimientos y mucho menos querer que el ciclo Gallardo concluyera con otra caída. Es cierto, no modificaba absolutamente nada. Generaba un papelón en la vereda de enfrente. Le permitía a River tener aire de cara al futuro inmediato.

La peligrosa grieta que generó el triunfo del River de Gallardo

Sin embargo, la fiesta estuvo en La Boca. Pero existe algo mucho peor: mientras los festejos de azul y amarillo crecían a medida que pasaban las horas, se profundizaba nuestra grieta. Desde insultos y faltas de respeto de todo tipo hasta enfrentamientos interminables a través de las redes sociales, pasando por palabras muy fuertes hacia Franco Armani por haber atajado el penal y muchísimo más. Una grieta peligrosa. Peligrosa porque los partidos y el destino institucional de ninguna forma se resuelven mediante el uso de Twitter, Instagram ni Facebook, pero la división sí aumenta con la intolerancia, con la guerra entre personas que tienen la misma pasión.

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Si el Mundo River no pone paños fríos y continúa esta batalla sin cuartel, el año 2023 no será positivo. La unión hace a la fuerza. Y ya no estará nuestro líder, Gallardo. Su paraguas protector se va. Y eso es todo un desafío. Nadie podrá igualar su gesta, es utópico. Aclarado eso, es necesario que River retome el camino del éxito como sucedió a lo largo de su historia porque el club está por encima de los hombres y los nombres.

Hoy nos toca ver la alegría rival. El fútbol es así. La vida es así. Nunca el éxito es eterno. Entonces es indispensable saber afrontar los momentos adversos. Poner la cara, tener dignidad y trabajar mucho. Muchísimo. Tanto el cuerpo técnico que asumirá como los jugadores y la dirigencia deberán hacerlo, aunque también los hinchas apoyando como ocurrió en estos hermosos años. A principios de 2021, el Muñeco recalcó la importancia de que todos estuvieran alineados. Él ya no estará, pero es fundamental sostener su legado y tener presente ese cambio de mentalidad ganadora que nos inculcó y que tan bien nos hizo.

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