Los miserables de siempre

Una muerte para algunos es la oportunidad de un par de likes con su morbosidad. Como el caso del

Editoriales 04/06/2023 Redacción Redacción

Una muerte para algunos es la oportunidad de un par de likes con su morbosidad. Como el caso del Tano Santarsiero que otra vez mostró sus bajezas.

Murió un padre, un hijo, un tío, un primo, un amigo. Murió un hincha de River y eso nos duele a todos. De las circunstancias deberá encargarse la policía, la justicia y las autoridades del club. Pero no podemos dejar que sigan saliendo impunes los miserables de siempre.

Apenas para conseguir un poco de relevancia, con actitudes reprochables como de costumbre, el Tano Santarsiero decidió publicar un video mostrando el cadáver de Pablo Marcelo Serrano, el hincha que falleció en el Monumental.

No vale todo, ni siquiera un pedido de disculpas por parte del Tano Santarsiero

¿Hasta dónde se puede llegar por un poco de relevancia? ¿Tan poco persona se puede ser? ¿Vale todo con tal de seguir figurando?

Les confieso que alguna vez como director de este medio hemos usado el recurso del clickbait. Lo sé. No voy a ser hipócrita y negarlo. Pero para todo hay un límite.

Mostrar el cadáver de un hombre es el límite. De nada sirve que después pidas disculpas. Encima poniendo "si el material es sensible y molesta". La culpa es del material, no del canalla que aprieta el botón para subirlo.

Pero somos todos responsables de esto también, eh. Como consumidores, dando lugar a personajes porque son "simpáticos".

No es la primera de este relator. Cabe recordar que se metió con las hijas de Nicolás De La Cruz, y por algo los jugadores no hablan con él. Pero ¿Hasta dónde lo dejamos cruzar? Nadie sabe. Si total, un pedido de disculpas y a seguir teniendo aire y cabina sin ningún tipo de escrúpulo. Y seguirán algunos festejando a estos personajes que viven de hacer daño solo por tener notoriedad.

Párrafo aparte para TN que solo por un poquito de rating mostraron a la hija de Serrano recibiendo la noticia de la muerte de su padre. La morbosidad de los miserables tiene un límite, pero depende de nosotros ponerlo.

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