River, el dibujo táctico y un déficit que se puede maquillar

Gallardo mantiene firme la idea de que el equipo sea protagonista, pero con la intención de que

Editoriales 21/02/2022 Germán Balcarce Germán Balcarce

Gallardo mantiene firme la idea de que el equipo sea protagonista, pero con la intención de que los mediocampistas lleguen con decisión al área rival para suplir la ausencia de suficientes delanteros. Virtudes y puntos a corregir.

El dibujo táctico es un asunto secundario en la consideración de Marcelo Gallardo. Siempre recalca que las aptitudes técnicas y las decisiones estratégicas están por encima de la distribución de sus dirigidos dentro de la cancha. Por supuesto que no le resta valor al esquema, pero prioriza las cuestiones mencionadas a la hora de elegir quiénes son los once para afrontar cada partido.

En ese contexto, el Muñeco mantuvo la línea de juego a la que apostó en el segundo semestre de 2021, es decir un equipo con mucha llegada de los mediocampistas, amparándose en las distintas líneas de opción de pase y la apertura de la cancha para estirar a los rivales, facilitando la aparición de espacios por adentro y por afuera. El plan tuvo un éxito rotundo, al punto de haber permitido que River se consagrara campeón de la Liga Profesional con mucha anticipación y mostrando un fútbol de alto vuelo, fiel a la exigencia histórica del club.

Más allá del dibujo 4-3-2-1, Gallardo nunca dejó de lado la flexibilidad ni el pragmatismo para acomodar a sus jugadores según el adversario y las circunstancias de turno. Aun así, sostuvo una suerte de mandamiento: utilizar un delantero definido como titular, dándole lugar a otro en determinados momentos, como por ejemplo sucedió con la entrada de Braian Romero para acompañar a Julián Álvarez durante los últimos minutos del 2-0 sobre Newell's.

Con el gran momento de Álvarez como principal arma letal, respaldado por la calidad de pase de Santiago Simón, el trabajo incansable de Enzo Fernández, la experiencia y precisión de Enzo Pérez más el valor agregado de un futbolista desequilibrante como Esequiel Barco, River oscila entre un 4-1-4-1, un 4-3-2-1 y un 4-3-3 como esquemas tácticos.

Hoy no hay lugar entre los once iniciales para otro delantero como Braian Romero, aunque sí para que eventualmente Simón y Barco sean extremos, función que cumplieron durante buena parte de la noche en Rosario. Romero también puede jugar sobre los costados e incluso su posición original es como volante por derecha, rol que tenía en Acassuso, su primer club. Sin embargo, en este momento pelea desde atrás, sabiendo que el DT está satisfecho con la distribución de sus dirigidos en el césped.

Distinto es el panorama de Matías Suárez, cada vez más cerca de volver a jugar tras una intervención quirúrgica después del Superclásico que River ganó 2-1, el 3 de octubre de 2021. El cordobés ya había perdido la titularidad antes de la artroscopia y su aporte era ingresando desde el banco de suplentes. En los últimos tiempos había actuado principalmente por el lado izquierdo del ataque cuando Gallardo ponía tres delanteros.

Ante ese escenario, queda expuesto un dato no menor que tal vez esté lejos de ser un motivo de inquietud para el DT: faltan variantes en el puesto de delantero. Las partidas de Federico Girotti y Agustín Fontana, quienes no brindaban la cuota de juego asociado que pretendía el Muñeco, no influyeron en el andamiaje del equipo. La apuesta de Gallardo continúa siendo la sumatoria de jugadores de buen pie, versátiles a nivel táctico y con vocación para pisar el área bajo el lema de "es mejor llegar que estar".

El déficit de alternativas en ataque, teniendo en cuenta que Gallardo quiso a Valentín Castellanos para tener una opción más, se maquilla con el funcionamiento colectivo. Seis goles en tres fechas, es decir dos tantos por presentación, representan un buen promedio. Y aunque existe un preconcepto de que un equipo es ofensivo cuando reúne varios atacantes, la realidad de River derrumba esa hipótesis con la contribución de mediocampistas, laterales y, desde luego, el presente brillante de Álvarez, capaz de vulnerar arcos rivales, otorgar asistencias o, como sucedió en el gol de Juan Fernando Quintero contra Newell's, forzar errores ajenos.

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