Gallardo y una elección de vida

Aunque podría haber tenido una salida brillante e incuestionable, el Muñeco decidió quedarse en

Editoriales 09/12/2021 Germán Balcarce Germán Balcarce

Aunque podría haber tenido una salida brillante e incuestionable, el Muñeco decidió quedarse en River. Una decisión que nos llena de felicidad y que generó una reacción fuera de lo común en todo el territorio nacional.

Podría haber elegido la tranquilidad de su hogar, el tiempo libre, un viaje de placer o disfrutar de la familia sin las urgencias y contratiempos de la competencia luego de haber ganado prácticamente todo. Nadie hubiera discutido esa decisión. Nadie hubiera reprochado esa determinación tras siete años y medio de un enorme esfuerzo. Sin embargo, Marcelo Gallardo hizo una elección de vida: seguir en River, su casa, aquella donde pasó más tiempo que en cualquiera de las otras, literalmente. Desechó ofertas multimillonarios, tranquilidad social y muchos otros privilegios para priorizar su hogar y también la cercanía con su familia.

"Elijo seguir estando", manifestó e inmediatamente generó el estallido propio de un gol tanto en el acceso al predio de Ezeiza, ubicado a unos 100 metros de la sala de prensa, como en diferentes puntos del país. Gritos de alegría, euforia, entusiasmo, lágrimas, bocinazos y vaya uno a saber cuántas reacciones más. Gallardo tuvo una elección de vida: renovar sus energías y continuar en River al menos un año más. Tal vez sea el último. Y no sería motivo de cuestionamiento al cabo de ocho temporadas y media, casi una utopía en tiempos donde los técnicos son moneda de cambio ante la primera serie de resultados adversos.

Consciente de que no pone el prestigio en juego, pero sí puede marcharse debilitado si en algún momento la pelota no entra en diferentes torneos, Gallardo siempre piensa en positivo. Le gustan los desafíos y, a esta altura, reconstruir equipos. Aunque en la conferencia de prensa no dio indicios concretos acerca de las motivaciones puntuales que tiene para 2022, mencionó el valor del pedido de los jugadores, aquellos que en más de una ocasión pueden estar enojados eventualmente con una decisión del DT, pero que demostraron que realmente confían en él.

El Muñeco es mucho más que un gran técnico: es un ídolo de River. Pasó la mitad de su vida ligado al club de una manera u otra. Jamás vistió otra camiseta del fútbol argentino. Eso lo pone en otro grupo selecto, el de los íconos del club. Y, con mucho respeto, a la par de Ángel Labruna. Es que, al igual que Angelito, el Muñeco nos representa completamente. Ambos se formaron en las entrañas de la institución, fueron exitosos como jugadores y también al frente del plantel. Los dos mostraron fielmente lo que implica el sentido de pertenencia y la importancia de defender los colores cada vez que enfrente estuvo el eterno rival. Es inevitable entrar en el terreno de la comparación para trazar similitudes sanas, de ésas que suman.

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Multicampeón a nivel local e internacional, autor intelectual de la mayor hazaña en la historia de River y del fútbol argentino a nivel de clubes, le guste a quien le guste, Gallardo podría haber pensado en sí mismo sin analizar el contexto e irse. Hubiera sido lógico, natural, por más humildad que pudiera tener su decisión. Sin embargo, evaluó diversas cuestiones, pensó en su vida profesional y personal. Reflexionó durante la noche del martes 7 de diciembre y unas horas después, en vísperas de la fecha más emblemática en materia de felicidad deportiva, optó por correrse del eje, evitar la incertidumbre de todos y comunicar su deseo de permanecer en River.

Atrás quedaron sus palabras posteriores al tan negado título doméstico. Atrás quedó el temor de que se quedara sin la fuerza para afrontar el exigente día a día del equipo, repleto de variables mucho más amplias que poner uno, dos o tres delanteros. Gallardo hasta sufrió en su vida personal los efectos colaterales de ser el técnico de River en el momento de mayor poderío en la vereda de enfrente. Tuvo que convivir con situaciones que el público desconoce. La guardia alta fue mucho más que una simple frase futbolística. Su vida cotidiana cambió rotundamente. Y hoy, en la humilde opinión de quien escribe esta columna, se transformó en el ciudadano argentino con mejor imagen entre los que habitan el territorio nacional. Si hubiera dicho adiós, la salida era perfecta. Pero su elección de vida, una vez más, fue seguir recorriendo el camino junto a River, el campeón más poderoso de la historia, el más grande.

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