River y la importancia de amigarse con los penales

En cualquier orden de la vida es difícil que un acontecimiento donde las posibilidades matemáticas son para un lado o para el otro, es decir 50 % y 50 %, la tendencia sea la misma ocho veces consecutivas, excepto que exista un patrón definido. Para decirlo de un modo más terrenal, en una definición por penales con dos equipos profesionales en la disputa, cuesta comprender que uno, en este caso River, siempre termine perdiendo.

Sin embargo, los registros marcan que, a nivel oficial, River tuvo su último éxito desde los doce pasos el 30 de julio de 2019, cuando la serie sin goles frente a Cruzeiro finalizó con un 4-2 en Belo Horizonte en favor del Millonario. A partir de ahí, con Marcelo Gallardo como DT en ambas etapas y Martín Demichelis durante un año y medio, la historia fue esquiva para el club a la hora de las resoluciones por penales. Boca, en dos ocasiones, Patronato, Inter de Porto Alegre, Rosario Central, Temperley, Talleres y Platense fueron los vencedores.

La mala racha de River en las definiciones por penales

La pregunta, entonces, surge de manera inevitable, ¿no sería conveniente que River ensaye los penales? Si el análisis es meramente técnico, sin dudas. En el fútbol actual, donde se practica cada escenario posible para reducir el margen de error y mejorar en la toma de decisiones ante circunstancias de exigencia inmediata, ignorar la posibilidad de ejecutar los doce pasos puede ser casi un acto de irresponsabilidad para un técnico.

Al mismo tiempo, y con justa razón también, Gallardo o cualquier otro entrenador pueden ampararse en que ese tipo de momentos implican una tensión para el pateador que es imposible de replicar en una práctica. Y si es necesario alimentarse en ejemplos, Lionel Messi y Diego Maradona, acaso los dos futbolistas más importantes de la historia, ostentan varios penales desperdiciados. ¿Quién puede poner en duda sus cualidades técnicas? Nadie. Sin embargo, ni siquiera ellos estuvieron exentos de fallar.

Las definiciones por penales de River con Gallardo como DT

El ensayo de penales puede permitir que el ejecutante de turno sepa de qué manera acelerar y rematar para que su tiro vaya más o menos al punto deseado. Hasta ahí, un factor meramente deportivo. Pero existe un contexto y, se sabe, el recorrido desde el círculo central con destino al punto penal para muchos jugadores representa un acontecimiento de varios pensamientos y nerviosismo que generan que mientras el arco parece inabarcable para el guardameta de turno, su tamaño se reduce significativamente para el pateador.

Lo cierto es que mientras a un arquero le sirve trabajar para atajar los penales porque es consciente de que su punto de partida es la desventaja de que un remate contra un poste será imposible de neutralizar, para el ejecutante la búsqueda de ese tiro perfecto debe estar enfocada a ubicar la pelota junto a un palo para asegurar el éxito. Y en ese objetivo, ya no es tan sencillo encontrar esa precisión. También es justo mencionar que hay un atajo que bien sabía aprovechar Néstor Ortigoza, formado en los potreros: esperar el movimiento del arquero para rematar sin requerir de una puntería extremadamente certera.

Calendario: los partidos de River en junio de 2025

En concreto, River es un equipo que perdió apenas un partido oficial sobre 26 disputados en el año. A la vez, empató en doce ocasiones. Entonces, en una serie correspondiente a la Copa Libertadores, las chances de ir a una definición por penales, sin el valor agregado para los goles en condición de visitante, crecen bastante. Ante esa situación que entre 2005 y 2021, inclusive, no era tan probable por el mencionado factor de los tantos anotados fuera de casa, surge una necesidad irremediable de romper cuanto antes esa racha negativa con los penales, de amigarse con una circunstancia que definió nada menos que la última Copa del Mundo y que, además, estará latente en el Mundial de Clubes. Para eso también será fundamental que, llegado el momento, los ejecutantes se olviden de esa especie de maleficio porque está claro que el aspecto emocional puede traicionar hasta el futbolista de mayores aptitudes técnicas al no existir la repentización para rematar, sino un escenario donde hay muchos segundos para el debate interno, sabiendo que los arqueros estudian en detalle dónde suele patear cada jugador.