CREER

Con todas las dificultades que se atraviesan y la falta de entrenamientos de fútbol, parece ser la copa imposible. Pero, Gallardo nos enseñó a mantener la fe porque tenemos con qué.

Editoriales 14/09/2020 Redacción Redacción
Marcelo Gallardo DT de River

El jueves River visita a Sao Paulo por la Copa Libertadores, y son muchas más las dudas que las certezas. No sabemos cómo está el equipo, cómo están físicamente los jugadores, etc… Lo único que tenemos en claro es que el rival ya lleva 12 partidos de competencia y nosotros ni siquiera un amistoso de preparación. Por ende, es lógico que el panorama que tenga el hincha sea pesimista. Pero no se nota eso, si no todo lo contrario y tiene una razón: Gallardo.

Es que el Muñeco nos enseñó a siempre creer. A saber que cuando todo parece torcido, de alguna forma se endereza. “Que la gente se quede tranquila” y “Que la gente crea, porque tiene con qué creer” son dos de las frases que se hicieron un estilo de vida para el River versión Gallardo. Y claro, que tenemos optimismo pese a todo porque más de una vez nos demostró que se puede.

Libertadores 2015, el Más grande no venía bien. Más allá de que el juego no era el mejor, la realidad es que la suerte no estaba de nuestro lado (recordar el 1 a 1 vs Juan Aurich en el Monumental). En la fecha 5 de la fase de grupos teníamos que sacar un buen resultado en México y a falta de 10 minutos perdíamos 2 a 0. Los goles de Teo y Mora nos dejaron con alguna esperanza pero últimos en el grupo, dependiendo de los demás.

Ahí empezó un poco esa historia de creer. En Perú se jugaba el verdadero partido. Y hasta 10 minutos antes del pitazo final, River estaba afuera. Pero sucedió lo esperado y en octavos nos esperaba Boca que había batido todos los récords posibles. La historia del 2015 es ya conocida. Y era la segunda eliminación que le propinábamos al eterno rival. Que también nos recuerda otra historia de creer: encontrarte en la vuelta de la semi, de local, con un penal en contra a los 15 segundos. ¿Cuántos pensamos que lo peor iba a ocurrir? Sin embargo, había que creer.

Esa misma copa nos encontró perdiendo la ida de cuartos 1 a 0 frente a Cruzeiro en el Monumental. Seamos sinceros, todos pensamos que esa serie estaba perdida. Recuerdo un asado con amigos y que todos coincidíamos en que ganarle al gran cuco nuestro y de visitante era utópico. Eso si, había alguien que no perdía la fe: Gallardo. Y River fue a Belo Horizonte y jugó probablemente uno de los mejores partidos en la Libertadores. Fue 3 a 0 y pudieron ser más. ¿Alcanza para tener fe o necesitan más?

En la libertadores 2017 fuimos testigos de una de esas escenas que parecían imposibles. Fuimos a la altura a jugar con Wilstermann y volvimos con un 3 a 0 en contra. Ese día Nacho Scocco erró varias y nos llevamos un resultado que nos dejaba totalmente afuera. Un solo gol de ellos en el Monumental nos obligaba a hacer cinco. Estábamos devastados, shockeados y resignados. Pero, masticada la bronca, el Muñeco nos empezó a decir que se podía. Y cuando Gallardo habla, algo cambia en el alma del hincha. Y empezamos a creer que no era imposible. El DT pateó el tablero, despistó a propios y extraños y armó un equipo inédito que se llevó la clasificación con holgura ganando 8 a 0. ¿La figura de esa noche? Nacho Scocco que hizo cinco goles. Esa copa no terminó como queríamos, pero nos dejó otra muestra de fe.

Ya en la copa 2018 escribimos una de las páginas más gloriosas y donde nació la frase “que la gente crea”. Aunque, sin decirla literalmente, ya la había expresado varias veces. El 1 a 0 con Gremio de local era un balde de agua fría. Teníamos que ir y dar vuelta el resultado en Brasil ante el campeón actual. Parecía difícil. Para colmo, los de enfrente ya casi tenían abrochado su pase la a final. ¿Nos íbamos a borrar de esto? Y claro, como la gloria con sufrimiento tiene un gusto especial, a 10 minutos del final estábamos totalmente afuera. Faltaban dos goles. Imposible. Como si fuera poco, Gremio había tenido un mano a mano tremendo antes y parecía que en cualquier momento lo liquidaba.

El gol de Borré y el posterior “señoras y señores penal para River aquí en Porto Alegre”, dieron color a una de las páginas más emotivas para el más grande. Si de sufrimiento quieren hablar, pasaron 10 minutos entre que se cobró el penal y el Pity lo facturó. 2 a 1. Delirio, desahogo, y la fe más intacta que nunca para asistir a la final más importante de la historia.

Y allí se escribió la historia grande nuevamente. Y aunque ahora a la distancia parezca que no hubo que apelar a ese “creer”, se hizo y de qué manera. Por empezar nuestro DT estaba increíblemente suspendido sin siquiera poder asistir a la Bombonera. Tuvo que ver el partido en el Monumental, en la tele. Aunque, en el banco estaba Biscay, otro que nos enseñó a creer. Y esa final tuvo de todo en los 210 minutos que duró: River estuvo tres veces abajo del marcador. Tres veces en los que pudimos pensar que la historia habría sido otra. Una de esas no duró mucho porque lo empatamos sacando del medio. Pero recién al minuto 108, a falta de 12 para el final, Juanfer Quintero clavó ese zurdazo que quedará para siempre. El tercero, estuvo de más

Entonces, ¿cómo no vamos a creer? ¿Cómo no ilusionarse otra vez? ¿Cómo decirle a la razón que en esto no tiene nada que hacer? ¿Cómo explicar que podemos llegar sin entrenamientos, con plantel corto, sin ritmo, con todo lo que quieran sumar pero así y todo nuestra ilusión se renueva? La explicación es una y se llama Marcelo Daniel Gallardo.

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