Se gana, se empata y se aprende

La frase que habitualmente utiliza Demichelis sirve como disparador para analizar a River luego

Editoriales03/05/2023Germán BalcarceGermán Balcarce

La frase que habitualmente utiliza Demichelis sirve como disparador para analizar a River luego de la histórica caída por 5-1 contra Fluminense en Brasil. Los errores del DT, una lectura desacertada y qué debe resolver de forma urgente para el Superclásico del próximo domingo.

No me gusta demasiado escribir en primera persona cuando se trata de un texto periodístico. Tampoco hacer leña del árbol caído. Sobre todo después de haber elogiado el rendimiento futbolístico que consiguió Martín Demichelis, respetando la línea histórica de River. Pero histórica también es la goleada de anoche en Brasil. Bajo ningún concepto podía terminar 1-5. Es inadmisible en las circunstancias normales de un partido. Y luego de varios aciertos tácticos en el ámbito local, donde hasta ahora demostró una lectura clara de los desarrollos e incluso en las evaluaciones previas a cada presentación, el técnico cometió algunos errores de carácter suicida para lo que implica este maravilloso deporte que tanto amamos.

Por supuesto que cuando hablo de errores me refiero a la idea de desarmar la línea de cuatro. En ese momento, River corría detrás de la pelota, aunque estaba "en partido", como se dice habitualmente. Era superado por Fluminense tanto en el resultado como en el trámite después de un primer tiempo aprobado con el mérito de soportar un arbitraje localista que no influía en el marcador parcial, pero condicionaba desde los permisos para pegar y la facilidad al amonestar futbolistas visitantes.

Nada nuevo para la siempre compleja y excitante Copa Libertadores, ese torneo donde una equivocación se paga cara, especialmente si el rival es brasileño. Por eso fue insólita la decisión de Demichelis al sacar a Emanuel Mammana para poner a Pablo Solari, dejando una línea de tres con Leandro González Pirez amonestado -viendo la tendencia reinante de sacarle amarilla a cada jugador argentino-, y dos laterales naturales reconvertidos en zagueros. Una ingenuidad que frente a un adversario de peso generalmente queda expuesta, como ocurrió anoche.

Las explicaciones de Demichelis en la caída de River ante Fluminense en Brasil

Brillante desde lo conceptual en cada argumento que ofrece al hablar en conferencia de prensa e inteligente para calcular los duelos individuales en las mutaciones tácticas que tiene un partido, Demichelis falló esta vez. Dio una explicación razonable desde la teoría para justificar su paso del 4-3-2-1 inicial a un dibujo más ambicioso que pretendía recuperar la pelota más arriba, pero el fútbol tiene una dinámica que a veces excede el marco teórico del pizarrón.

Contra un equipo brasileño que por definición abre la cancha y sabe explotar a sus laterales, utilizar una línea de tres con dos marcadores de punta devenidos en centrales y con el agravante de sostener ese armado luego de sufrir una expulsión, resulta kamikaze. No podía salir bien. Era casi imposible. Cualquier pronóstico hubiera señalado que las posibilidades de llevarse una goleada en Brasil eran más probables que sumar un punto en ese contexto y teniendo a esta versión temible de Fluminense a la que, nobleza obliga, River tuvo controlada en los 45 minutos iniciales.

Errores del cuerpo técnico que se pagaron caro

Hasta anoche, más allá de las caídas ante Belgrano y Arsenal, sabiendo que en la altura de La Paz era viable perder e incluso lo propio en Brasil, aunque con una diferencia muy inferior al 1-5, Demichelis había aprobado largamente a nivel táctico en el plano doméstico. No sólo a la hora de introducir las variantes para ganar algunos partidos, sino también desde la planificación previa, siempre sujeta a los imponderables. Sin embargo, anoche hizo una lectura equivocada.

Es que independientemente de haber optado por desarmar la línea de cuatro, el error auténtico fue sostener esa idea cuando River quedó con uno menos. Ahí debía ser pragmático, reacomodar la defensa. Él y su principal ayudante de campo, Javier Pinola, saben el valor que tiene la solidez. Es por eso que todavía cuesta comprender por qué no se corrigió el esquema antes de que Fluminense llegara al tercer tanto. Si River llegaba a los últimos minutos en desventaja por un tanto, cualquier acción aislada, como el gol en contra de Tucumán como ejemplo reciente, podía permitirle sumar un punto. Y si eso no hubiera sucedido, tampoco nadie en su sano juicio iba a cuestionar en demasía una caída 2-1 en el estadio Maracaná, resultado razonable si los hay.

Una derrota para aprender

"Se gana, se empata y se aprende", destacó Demichelis, en más de una ocasión. Y siempre tuvo razón. Fue moderado desde el discurso en el momento de mayor éxito. No se mareó. Tampoco encendió la alarma cuando River perdió. Y en este caso tampoco debe hacerlo porque la clasificación a los octavos de final siguen dependiendo exclusivamente del Millonario. La goleada de anoche debe servir como aprendizaje para el DT, cuya experiencia en la función se va construyendo a medida que pasan los partidos.

La Libertadores es compleja y traicionera en su esencia. Y aunque la audacia y necesidad de ser protagonista forma parte de la filosofía riverplatense, a la hora de jugar el certamen continental se necesita una dosis de especulación, algo de practicidad para interpretar que hay momentos donde inexorablemente tocará que el rival domine el escenario. Cuando eso sucede, no hay que perder la calma ni regalarse. Y River anoche se regaló cuando estaba 11 contra 11 y apenas un gol abajo. Ahora el cuerpo técnico debe apuntarle de lleno a la parte anímica para que los jugadores no pierdan la confianza, corregir algunos errores puntuales y trabajar como lo hizo hasta el momento, sabiendo que si no se sale del eje, el Superclásico del próximo domingo tendrá como favorito al campeón más poderoso de la historia.

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