LA NOCHE QUE LA HISTORIA SE DIO VUELTA

A seis años del inolvidable partido de vuelta por las semifinales de la Sudamericana 2014 entre River y Boca, recordamos el primer gran hito del ciclo Gallardo.

Diez largos años tuvieron que pasar para que River y Boca volvieran a verse las caras por un torneo internacional, nuevamente fue en la instancia de semifinales. En el medio de esa década, River tuvo que vivir el peor momento de su historia, sin embargo en ese año 2014 algo ya estaba cambiando, de la mano de Ramón Díaz habíamos conquistado el torneo local y de la mano de un joven Gallardo comenzábamos a mostrar un estilo de juego y una personalidad demoledora que hacía mucho no se veía.

RIVER VUELVE A SER RIVER

El 20 de noviembre se jugó la ida de aquella semifinal contra el eterno rival, fue en la Bombonera y River le dio literalmente una paliza. Hasta el día de hoy los hinchas xeneizes están enojados por la cantidad de patadas que recibieron sus jugadores esa noche, algo que aplaudieron durante décadas, ahora lo sufrían y eso era inaceptable para ellos. El encuentro terminó con un empate sin goles, pero la tensión estaba por las nubes.

Una semana después volvían a verse las caras, esta vez en un Monumental repleto. Aquel 27 de noviembre sería una jornada inolvidable para todos los hinchas de River y en especial para Marcelo Gallardo. El DT había perdido a su madre recientemente y a pesar del dolor, él estaba presente e intentando hacer su trabajo de la mejor manera posible, y ¡vaya que lo hiciste Muñeco!

El recibimiento fue simplemente espectacular, el Monumental rugió como en aquellas viejas noches coperas de los años 90, la fiesta había empezado, al igual que el partido. A los 15 segundos de haber comenzado el juego, todos los presentes quedaron perplejos cuando Rojas en un intento de rechazo comete una falta contra Meli dentro del área, el árbitro Delfino cobró el penal y los visitantes se encontraron con la posibilidad de la pena máxima antes del primer minuto, increíble. Quien se hizo cargo de patearlo fue el 9 de Boca, Gigliotti, frente a él, Trapito Barovero se mantiene calmado y sin perder la concentración. En el estadio y en todo el país millones de hinchas se encontraban paralizados, expectantes de lo que podría ser un gol de visitante determinante para la serie. Tras más de tres minutos de discusiones, Gigliotti finalmente patea... Barovero ataja, el estadio se quiere venir abajo.

River aprovechó la euforia post penal para hacerse con el control de la pelota y fue de esa manera que a los 17 minutos, Mora juega para atrás, Ponzio abre la cancha y Vangioni tira un centro busca pies que le cae a Pisculichi, el número 15 le pega de primera y la clava al lado del palo, nada pudo hacer Orión que se quedó parado. Gol de River.

El resultado no se movería y River se iba ganando 1-0 al entretiempo. En el complemento, los dirigidos por Gallardo tuvieron algunas oportunidades para liquidar el encuentro, pero la imprecisión en la última jugada y un par de buenas respuestas de Orión lo evitaron. Por su parte, Boca atacaba sin ideas y no generaba situaciones claras, sin embargo cada centro que caía dentro del área de River, se sufría como un parto en las tribunas del Monumental. Con el pasar de los minutos se iba agigantando la figura de Ponzio en el mediocampo, el número 23 sería la figura de esas semifinales y se ganaría para siempre el corazón de los hinchas. En los minutos finales, llenos de nerviosismo, Gallardo manda a la cancha al experimentado Cavenaghi que estaba regresando tras una larga inactividad debido a una lesión, y también aparece en todo su esplendor Teo Gutiérrez, el colombiano escondía la pelota, enfriaba el partido y provocaba a sus rivales, de hecho hizo expulsar al Cata Díaz.

Tras un tiempo adicional que parecía eterno, finalmente el árbitro finalizó el encuentro. Ganó River, eliminaba a Boca y jugaría una final internacional tras once años. Gallardo y su equipo hacían historia y daba inicio a una de las épocas más gloriosas de la historia del Millonario, el Monumental explotaba y deliraba, y aún estaba esa sensación de que lo mejor estaba por venir.