
El Más Grande necesita torcer el rumbo con las definiciones desde los doce pasos porque son altas las probabilidades de ir a ese instancia en la Libertadores.
La importancia de generar recursos para incrementar las fuentes de dinero sin dejar de lado que es indispensable que los socios estén satisfechos.
Editoriales30/10/2023Cuando en agosto de 2016 la Asamblea de Representantes de Socios votó por unanimidad la decisión de que River continuara siendo una Asociación Civil y no evaluara la posibilidad de ser una Sociedad Anónima Deportiva, me sentí orgulloso. Además de ser uno de los periodistas que cubren la actividad diaria del club, soy socio e hincha. Jamás lo oculto. Está a la vista. Por eso, más allá de que a la hora de comunicar la información debo abstenerme en el momento que debo trabajar para un medio no partidario, tengo mi punto de vista sobre diferentes situaciones, entre ellas algunas que voy a plantear a través de esta columna.
En cada conversación profunda que tengo sobre River como modelo de club, repito la misma reflexión –palabras más, palabras menos– como si tuviera puesto un cassette: se lo debe administrar como una empresa, porque así lo demanda semejante estructura con más de 1.000 empleados y miles de millones de pesos involucrados anualmente, pero sin perder nunca la premisa de que es un club que le pertenece a sus socios, los verdaderos dueños independientemente de las decisiones que tome la administración de turno, es decir la dirigencia, también compuesta por socios.
Esa reflexión obedece a un modelo de club con el que me siento identificado: River es de sus socios y no tiene fines de lucro en su esencia, aunque es imperiosa la necesidad de generar recursos para alimentar el funcionamiento diario y crecer mediante las obras. Es por eso que la decisión de utilizar el estadio como escenario de recitales me parece un acierto, en tanto y en cuanto esté contemplada la circunstancia adecuada para hacerlo, mirando el calendario.
Lejos de tener en lo inmediato un cruce decisivo de Libertadores o de otra competencia, así como tampoco un Superclásico, creo que es beneficioso para el club el ingreso de más de 16 millones de dólares por los shows previstos en 2023. Al mismo tiempo, me genera ruido el estado en el que se encuentra el césped. Pero siendo sincero, y comprendiendo que River debe supervisar el cumplimiento de la empresa organizadora a la hora de proteger el terreno, entiendo que no es un momento donde ese daño en el campo represente un problema mayor.
Y acá me detengo en un punto clave para entender una idea de la que no hay que tomar distancia: está perfecto que la dirigencia de River siga nutriendo la tesorería, aunque no debe dejar de lado que la finalidad es que el club, como tal, tenga satisfechos a la mayoría de sus socios, sabiendo que es utópico que todos estén de acuerdo con cada resolución.
Sin caer en la demagogia ni sacando réditos políticos, es imprescindible que eventualmente se adopten medidas que permitan aliviar el bolsillo de los socios. ¿De qué manera? Salteando alguna actualización en el monto de las cuotas sociales o evitando algún aumento en el precio de las entradas, sobre todo para quienes durante la pandemia pagaron religiosamente al entender que River justamente necesita de los socios para gozar de una economía sana y sustentable.
En ese contexto, bienvenida sea la decisión de permitir que los socios plenos puedan tener la opción de pasarse a la categoría de simples. Representa un respiro para la economía de mucha gente, pero también es un gesto necesario que prioriza esa idea de que River es un club y que, más allá de optimizar recursos para ser cada día más grande, debe encontrar el equilibrio para que cada decisión esté acompañada de la armonía, así mantiene su espíritu de Asociación Civil, un enorme mérito del que todos debemos sentirnos orgullosos.
El Más Grande necesita torcer el rumbo con las definiciones desde los doce pasos porque son altas las probabilidades de ir a ese instancia en la Libertadores.
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